"No pasa un día sin que piense en Marcianos"
Raistlin
Al principio fueron los pequeños detalles los que me hicieron darme cuenta que mi familia no era como las demás, todo era demasiado perfecto; Mi padre, un hombre responsable, cariñoso y siempre dispuesto a pasar tiempo con su familia; Mi madre, una mujer hermosa como pocas, dedicada por entero a su familia y siempre de buen humor; Mi hermana pequeña, un ángel lleno de alegría y vitalidad, un pequeño solecito que ilumina las vidas de aquellos a quienes toca.
En ese entonces sentía que el extraño de la familia era yo, con mis cabellos largos y mis ropas negras me sentía constantemente fuera de lugar, hasta que descubrí la razón; Mi familia no es lo que parece, lo supe una noche en la que llegue tan intoxicado que por error entre a la recamara de mis padres y por primera vez los vi como realmente son, descubrí un par de seres gelatinosos que se entrelazaban frenéticamente al tiempo que intercambiaban palabras en un idioma desconocido para mi, al verme recobraron inmediatamente su forma y compostura habitual, mi supuesto padre se acerco a mi y con un movimiento de la mano hizo que me desvaneciera.
Al día siguiente “ellos” actuaban como si nada hubiera ocurrido, mientras yo no podía apartar de mi memoria la terrible imagen que presencie esa noche, mi mundo se derrumbaba y solo encontraba consuelo consumiendo tóxicos cada vez mas fuertes, paradójicamente el influjo de los tóxicos hacia que cada vez me fuera más fácil ver la verdadera forma de mis supuestos padres y desafortunadamente también de mi pequeña hermana, es más incluso llegué a entender el extraño lenguaje en el que se comunican, ese lenguaje en el que siempre están planeando como deshacerse de mi.
Desde la noche de la visón, no pasa un día sin que piense en Marcianos, así que tomé una decisión, debía acabar con ellos, antes de que ellos acaben conmigo. Una vez decidido, lo primero fue conseguir un arma, debía ser lo suficientemente poderosa para acabar con ellos, así que me armé con un taladro eléctrico y modifiqué una de las brocas para que pueda atravesar sus cuerpos con mayor facilidad, una vez que tuve lista mi arma solo me restaba esperar mi oportunidad.
No esperé mucho tiempo, los marcianos habían sido descubiertos y con mayor frecuencia aparecían frente a mi con su verdadera forma, insultándome en su lenguaje, despreciándome, sin saber que conocía su secreto, finalmente una noche que el macho llega temprano a casa, me decidí y al verlos sentados frente al televisor fingiendo ser una familia humana los ataque blandiendo mi arma al tiempo que les gritaba “Se lo que son en realidad asquerosos Marcianos”, desde entonces, no pasa un día en el que no vea el rostro de la hembra palidecer de terror, mientras la pequeña criatura lloraba al tiempo que le seccionaba un brazo por el que manaba una espesa sangre verde.
No pasa un día en el que no recuerde como el macho gritó enfurecido abalanzándose sobre mi, sin evitar que mi arma le arrancara un trozo de ese rostro falso, recuerdo que el marciano era más fuerte que yo, recuerdo como me arrancó el arma de las manos y me golpeó hasta que perdí el conocimiento mientras esa asquerosa sangre verde bañaba mi cuerpo.
No se cuanto tiempo pasó, cuando despierte ya estaba aquí, en este lugar donde me rodean paredes y pisos acolchados, en este lugar donde mis manos están sujetas a mi espalda y no tengo zapatos, en este lugar donde a veces me amarran a una cama y pasan electricidad por mi cuerpo, en este lugar donde No pasa un día sin que piense en Marcianos, mientras observo a la Tierra flotando en el espacio desde la única ventana que hay en este lugar...
Fairywindy continuó la historia enlazandola por medio de la frase "Los Malos Entendidos que me hacen Feliz"
"LOS MALOS ENTENDIDOS QUE ME HACEN FELIZ"
Fairywindy
(Procedencia: Raistlin )
Los malos entendidos que me hacen feliz es poco probable que agraden a los demás. No es que sea una persona pervertida, claro que no. Creo que soy tan normal como cualquiera y la vida me ha enseñado que aquello que es debilidad para los otros, yo debo de convertirlo en fortaleza. Tal vez no sea una posición muy ortodoxa, pero en el fondo de toda situación, los seres humanos buscamos siempre aquello que nos permitirá salir con alguna ganancia.
Desde muy pequeño descubrí que había una forma de salirme siempre con la mía sin quedar mal parado. En una familia grande, en donde lo que más abundaba eran los niños, nunca faltaba la oportunidad de ensayar las habilidades que me permitirían llegar a donde estoy. Si en medio de los inocentes juegos infantiles alguien salía lastimado por causa mía, la confusión del momento hacía recaer las miradas en el pobre de Agustín, mi hermano gemelo quien, para desgracia suya, se había ganado la nada admirable fama de ser el “azote” de la casa. Mamá y papá estaban cada vez más desesperados ya que por más que hacían el pobre niño no cambiaba su forma de actuar. Y mientras él sufría los castigos yo era puesto como el niño modelo, cuya conducta todos debían imitar. Sobra decir que no había nadie que no fuera víctima de esos malentendidos de los que yo salía triunfante, y con el paso del tiempo mis hazañas fueron abarcando todas aquellas esferas en las que mi hermano y yo nos desenvolvíamos.
La escuela fue un campo fértil para probar hasta que punto la gente podía ser influenciada por la historia que nos precedía y no faltaron las ocasiones en las que, gracias a esos malos entendidos, Agustín tuvo que quedarse cumpliendo tareas extraescolares que a mi me permitieron acrecentar la imagen del niño perfecto. Aún a la fecha no entiendo como pudo sobrellevar el la culpa de todo lo que yo hacía. Y de esta forma fuimos creciendo, desarrollando una extraña simbiosis en donde uno actuaba impunemente y el otro aceptaba las consecuencias de ese actuar sin decir palabra.
Con el paso de los años se fue haciendo cada vez más difícil culpar a mi hermano de las fechorías que me gustaba realizar, pero esto no fue un obstáculo para que aquellos que se cruzaban en mi camino fueran víctimas de los malos entendidos que me hacen feliz, ya que siempre aparecía un incauto que se llevara el reconocimiento de ser el autor intelectual y ejecutor del desaguisado.
Hoy en día mi profesión me ha permitido seguir creciendo como maestro del engaño y de la manipulación y con ello escalar diversos peldaños en el ejercicio de la misma. Como buen político he aprendido a sortear aguas difíciles buscando la forma de salir siempre bien librado, aprovechando los malos entendidos que nunca faltan, para dirigir las miradas en busca de cabezas que cortar hacia militantes de otros partidos. Y si esto facilita mi ascenso en la cadena del poder y consolida la imagen redentora tanto mía como de mi partido , no cabe la menor duda que aquellos que queden en el camino habrán servido a una buena causa.
Solo lamento que en este proceso hayan sucumbido algunos buenos amigos que habían detectado desde hacía tiempo, las pequeñas irregularidades de mi comportamiento. Fue mala estrella para ellos, ya que no era posible que todo aquello que me costó tantos años edificar, fuera destruido por la integridad de un pobre gato que estaba dispuesto a revelar mil y un detalles de mi historia a la prensa. De nada sirvieron los argumentos en torno a los beneficios que ambos podíamos obtener, sobre todo porque un lazo nos unía: éramos compadres.
Tuve que tomar una drástica decisión que me llevaría a cortar de raíz todo posible mal entendido que recayera sobre mi persona. No fue fácil hacerlo, pero era el único camino que podía tomar para no salir lastimado. Mi propio ahijado con sus erráticas conductas, me dio la pauta a seguir después de que, un día en confidencia, me contó las sospechas que desde tiempo atrás habían empezado a hacerlo dudar del actuar de su familia.
Hoy que todo ha terminado, no olvidaré que gracias a él puedo seguir adelante. Y aunque sus padres ya no estén aquí para velar por su futuro, yo no lo abandonaré, ya que como bien lo dije a la prensa esta mañana, la juventud desorientada por la falta de modelos firmes y honestos que les permitan ver con claridad el camino a seguir, cae fácilmente en las garras de la droga que llega a segar vidas inocentes, como fue el tristemente célebre caso del asesinato perpetrado por mi ahijado en las personas de sus padres y hermana. El quedará recluido de por vida en estas magníficas instalaciones del hospital neuropsiquiátrico que desinteresadamente fue donado por mi partido, nada le faltará, se los aseguro, ya que con sus fatídicas alucinaciones hizo posible que las sospechas no recayeran sobre mí.
Indiscutiblemente, los malos entendidos que me hacen feliz es poco probable que agraden a los demas, pero que puedo hacer? Así es la vida!!
Y como ésta historia debe continuar creciendo con la aportación de los narradores que están en la lista,
Adicta al chocolate continuará presentando a otros de los personajes que irán haciendo crecer la trama, hasta que llegue el momento en que nos encontremos, gracias al trabajo de todos, en el punto culminante de la novela y su desenlace.
Tu frase es: "mi avaricia fué más grande que el amor a la verdad"
Ahora que estamos dando inicio formalmente a las publicaciones, solo queda hacer unas sugerencias:
- A la hora de publicar su colaboracion, (aún y cuando ésta se publique en su blog) coloquen su nombre abajo del título para llevar una misma presentación.
- Remarquen la frase que sirvió de enlace para que quede resaltada.
- Señalen en forma discreta el link del que proviene la narración así como el del encargado de continuarla haciendo énfasis en la frase que le encargaran.
Estamos contruyendo una historia que debera tener los personajes, la trama y el interés necesario para que los visitantes se sientan atraidos para leerla en forma completa.