Hace algunos días leía en el blog de mi amigo Gabriel un comentario sobre una expresión que le desagrada: “Nunca cambies” Esto me llevó a reflexionar en el sentido de dicha frase, que en más de una ocasión he empleado. Los seres humanos, en el terreno emocional, estamos siempre en busca de aquello que nos permita sostenernos en delicado equilibrio entre la seguridad de lo conocido y el atractivo de lo novedoso. Se acepta el cambio que se traduce en impacto amable, en benéfico movimiento de ganancias inconscientes. Más dentro de este cúmulo de emociones agitadas por ese mar desconocido, el intrépido aventurero busca en el fondo de toda propuesta, anclarse en lo trascendente, lo imperturbable, que compense el tórrido romance con la experiencia transformadora. La evolución implica movimiento y todo aquello que no responde a esta realidad termina por desaparecer. Con la seguridad de lo conocido buscamos en aquellos que nos rodean que de alguna forma queden inamovibles las cualidades que los hacen únicos y que nos benefician en el intercambio personal.
Tomando como marco las palabras del filósofo griego Heráclito: "Nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río y en el que se baña.", podemos decir que el ser humano, junto con la creación entera, está en un proceso de renovación constante, de evolución dinámica y transformadora. En cada momento de la vida se produce en el interior de la persona un cambio, tanto a nivel físico como emocional, el cual la lleva a ser distinta de la que era sin dejar de ser ella misma, sin perder su esencia.
Es cierto que no todo cambio es positivo, sin embargo sin él la vida se estanca. Tal vez haya que pasar por una metamorfosis dolorosa pidiéndole al Creador que al final del proceso logre emerger del capullo la crisálida transformada en mariposa. Desearle a alguien que no cambie es conspirar contra la naturaleza, es evitar que resurja día a día con nuevas perspectivas que le permitan construir un mejor yo en beneficio de un tú con el que se fortalecerá el nosotros.
Dice Oscar Wilde que "nadie puede ser esclavo de su identidad: cuando surge una posibilidad de cambio, hay que cambiar. " El temor al cambio esclaviza.
Es cierto, todo cambia, mas sin embargo de una u otra forma, permanece.
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